El delgado límite del sobrecuidado

Desde una perspectiva de derechos como eje nodal que orienta las prácticas gerontológicas, resulta fundamental partir de un enfoque que se contrapone al modelo asistencialista tradicional. Este cambio de paradigma surge, principalmente, gracias a la Convención Interamericana sobre la Protección de los Derechos Humanos de las Personas Mayores, ratificada en nuestro país y con jerarquía constitucional en la Argentina desde el año 2022.

Durante muchos años, tanto los profesionales como la población en general se vieron condicionados a actuar desde los estereotipos negativos de la vejez, los cuales distan mucho de ser inocuos. Por el contrario, tales miradas suelen condicionar el modo de ser y de actuar de las personas mayores, limitando sus alternativas, reduciendo sus posibilidades y restringiendo sus oportunidades. En consecuencia, se reproducen prácticas centradas en el déficit y la falta, en lugar de promover la autonomía y la autodeterminación.

El nuevo paradigma de derechos propone un cambio profundo: reconocer a la persona mayor como sujeto de derecho, capaz de elegir con autonomía a lo largo de todo su trayecto vital, aun en presencia de limitaciones, enfermedades o patologías.

Ahora bien, ¿cuántas veces los familiares, cuidadores o profesionales caemos en la trampa del sobrecuidado, creyendo hacerlo “por su bien”? En nombre de la protección, muchas veces se niegan derechos esenciales como el consentimiento informado, el acceso al diálogo sincero sobre su estado de salud y las opciones de tratamiento, o la libre elección de actividades y espacios de participación. Sin darnos cuenta, instalamos rutinas, tomamos decisiones o imponemos dinámicas sin consultar, sin reflexionar junto a la persona mayor sobre qué es realmente lo mejor para ella.

El sobrecuidado se define como una forma de sobreprotección que limita la autonomía y la participación activa de la persona mayor en su vida cotidiana, bajo la apariencia de cuidado o amparo. Este tipo de prácticas pueden ser sutiles, pero su efecto es profundo: debilitan la autoestima, refuerzan la dependencia y erosionan el sentido de identidad.

Un ejemplo de sobrecuidado

Una situación frecuente ocurre cuando un familiar decide retirar los utensilios de cocina a una mujer mayor con leves dificultades motoras “para evitar accidentes”. Sin embargo, ella todavía podía cocinar con ayuda o supervisión. Al privarla de esta actividad significativa —que le daba placer, identidad y autonomía— no solo se la “cuida”, sino que se la despoja de una parte importante de su vida cotidiana y de su rol.
Este tipo de decisiones, aunque bienintencionadas, refuerzan la idea de incapacidad y generan mayor dependencia emocional y funcional.

Picture of Academia Avanza

Academia Avanza

Empoderando a profesionales de la salud y otras disciplinas para transformar su desarrollo profesional y personal, mediante un método de aprendizaje inmersivo 100% digital que fusiona creatividad, evolución y conocimiento.

Select your currency